El cáncer no solo es una enfermedad física. Desde el momento del diagnóstico, se inicia un proceso emocional profundo que impacta a la persona y a todo su entorno. Aparecen emociones como el miedo, la tristeza, la incertidumbre, la rabia o incluso la culpa. Estas reacciones no son signos de debilidad, sino respuestas adaptativas ante una situación límite.

Desde una perspectiva emocional sistémica, entendemos que el cáncer afecta a todo el sistema relacional de quien lo padece. Familiares, pareja, amistades y cuidadores también atraviesan sus propios procesos emocionales, a veces en silencio. Por eso es importante abrir espacios de diálogo y comprensión mutua.

Aceptar lo que se siente es el primer paso para gestionarlo. No se trata de “ser fuerte” todo el tiempo, sino de permitirse sentir: llorar, hablar, pedir ayuda y compartir el miedo también es parte del camino y alivia el dolor

Algunas recomendaciones útiles:

  • Busca acompañamiento psicológico especializado desde el inicio del proceso; para poder gestionar las emociones tan intensas que se experiemntan
  • No aísles tus emociones. Hablar con personas de confianza alivia la carga.
  • Cuida tu cuerpo, pero también tu mente: el descanso, el ocio y el afecto son parte del tratamiento.
  • Respeta tus tiempos. No todos viven el cáncer de la misma forma.

El proceso de enfermedad oncológica, es una experiencia emocional muy intensa y profundamente transformadora. Con el apoyo adecuado y una red que sostenga, es posible atravesarlo de una manera más sosegada. La salud emocional no es un lujo, es una necesidad.

Y sobre todo recuerda: no estás sola, no estás solo. Pedir ayuda también es una forma de ayudarnos a sostener esta situación 

 

Mónica Fraca, psicóloga y psicooncóloga 

Directora área de Psicología Psicólogos Pozuelo

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