Por Mercedes Bermejo, directora de Psicólogos Pozuelo

La familia es el primer ecosistema emocional que habitamos. Un espacio que puede ser refugio y sostén, o convertirse en origen de heridas que se arrastran durante generaciones. Desde nuestra experiencia clínica en Psicólogos Pozuelo, observamos cómo los vínculos familiares influyen profundamente en el desarrollo emocional de niños, niñas y adolescentes.

La revolución emocional en casa

Hemos pasado de una crianza donde las emociones eran invisibles —priorizando el control y la obediencia— a un momento histórico donde hablar de emociones está a la orden del día. Sin embargo, muchas familias siguen desorientadas: exceso de información, cambios sociales vertiginosos y el reto de educar sin haber recibido modelos sanos. El verdadero desafío es integrar la educación emocional desde el respeto, la coherencia y la presencia, sin caer en la sobreprotección o la permisividad.

Infancia y vínculos seguros

¿Están más preparados emocionalmente los niños de hoy? Tienen más herramientas, sí, pero no siempre más fortaleza interna. La hiperestimulación, la falta de juego libre y la escasa presencia emocional adulta están erosionando los vínculos. El problema no es cuántas emociones conocen, sino si tienen acompañamiento para transitar lo que sienten.

Muchas familias acuden a consulta por síntomas como ansiedad, problemas conductuales o dificultades escolares. Sin embargo, en la raíz suele haber carencias emocionales: vínculos frágiles, falta de límites, historias no elaboradas. En estos casos, el trabajo psicoterapéutico permite transformar el sufrimiento en oportunidad.

Herencias invisibles y patrones emocionales

Nuestra historia emocional está tejida no solo por nuestra infancia, sino también por los legados emocionales de nuestros padres y abuelos. Silencios, miedos, mandatos como “los niños no lloran” o “hay que aguantar”, se transmiten sin darnos cuenta. Detectar estos patrones y transformarlos requiere conciencia, trabajo psicoterapéutico y nuevas formas de vinculación.

El modelo SER: un enfoque sistémico, emocional y relacional

Desde Psicólogos Pozuelo hemos desarrollado el modelo SER, una metodología propia con más de 20 años de trayectoria. Integra tres pilares:

  • Sistémico: El síntoma del niño es visto como expresión de un malestar compartido en su sistema familiar y social.

  • Emocional: Las emociones se validan, se nombran y se trabajan con herramientas creativas y adaptadas.

  • Relacional: Se prioriza la calidad del vínculo terapéutico y familiar, generando espacios seguros para todos los miembros.

Este modelo vivencial y humanista se aplica en fases (evaluación, devolución, intervención y cierre), combinando sesiones individuales, familiares y vinculares, con un enfoque centrado en la infancia como sujeto activo de derecho y transformación.

Cuidar lo esencial

La situación social actual —marcada por la incertidumbre, la hiperconectividad, la falta de tiempo y el estrés crónico— ha impactado en la salud emocional de las familias. Urge recuperar lo esencial: la ternura, el juego, el silencio compartido y la presencia plena. La salud mental es un bien colectivo. La infancia necesita, más que nunca, adultos disponibles que les ofrezcan un mundo emocionalmente seguro, donde crecer con confianza.

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